

KIMELN CAPACITACIONES LTDA. SIEMPRE PREOCUPADA DEL FUTURO DE LA EMPRESA CHILENA, INVITA A OPINAR SOBRE ESTE INTERESANTE TEMA.
Un estudio de la Consultora McKinsey indica que en Chile 3,2 millones de empleos podrían ser reemplazados por sistemas automatizados en los próximos 20-40 años. Ello le permitirá a las empresas grandes ahorros: US$9 mil millones en el retail, US$6 mil millones en la industria. ¿Qué pasará con los trabajadores?
En Chile, se estima que 3,2 millones los empleos, de un universo aproximado de 7.000.000, pueden ser automatizados, lo que representa el 49% del total. En países como los Estados Unidos, el impacto de la automatización es más bajo: 46% del empleo actual. En México, el informe McKinsey, el 52% del trabajo que existe hoy en ese país. En Perú, ese porcentaje llega al 53%, en Brasil al 50% y en Argentina al 48%.
De ello, se deriva un problema a solucionar, pero, cuyo significado esencial no es en términos económicos, sino, éticos, y por ello, en una sociedad dominada por el individualismo, la solución se hace muy difícil.
Como lo consigna la Carta de Filadelfia, la Conferencia General de la Organización Internacional del Trabajo, congregada en Filadelfia en su vigésima sexta reunión, adopta, el día diez de mayo de 1944, la presente Declaración de los fines y objetivos de la Organización Internacional del Trabajo y de los principios que debieran inspirar la política de sus Miembros.
Los principios reunidos en el capítulo II señalan entre otros tópicos, que la paz permanente sólo puede basarse en la justicia social afirma que:
(a) todos los seres humanos, sin distinción de raza, credo o sexo tienen derecho a perseguir su bienestar material y su desarrollo espiritual en condiciones de libertad y dignidad, de seguridad económica y en igualdad de oportunidades;
(b) el logro de las condiciones que permitan llegar a este resultado debe constituir el propósito central de la política nacional e internacional;
(c) cualquier política y medida de índole nacional e internacional, particularmente de carácter económico y financiero, deben juzgarse desde este punto de vista y aceptarse solamente cuando favorezcan, y no entorpezcan, el cumplimiento de este objetivo fundamental;
En el capítulo I, ya se había establecido como principio de la OIT, que (c) la pobreza, en cualquier lugar, constituye un peligro para la prosperidad de todos.
En el capítulo III, la Carta de Filadelfia expresa, en primer lugar, la necesidad de: (a) lograr el pleno empleo y la elevación del nivel de vida;
(b) emplear trabajadores en ocupaciones en que puedan tener la satisfacción de utilizar en la mejor forma posible sus habilidades y conocimientos y de contribuir al máximo al bienestar común;
(d) adoptar, en materia de salarios y ganancias y de horas y otras condiciones de trabajo, medidas destinadas a garantizar a todos una justa distribución de los frutos del progreso y un salario mínimo vital para todos los que tengan empleo y necesiten esta clase de protección;…
La verdad es que toda revolución tecnológica acarrea consecuencias en la sociedad y, por ende, en el trabajo. Así fue con la revolución industrial anexa a la llegada de la máquina a vapor. Este elemento de trabajo produjo enormes cambios sociales, desde una inmigración del campo a la ciudad, hasta el aumento sostenido de la población, pues, si bien es cierto, terminó con una forma de trabajo individual y personalizado, como lo fue la producción artesanal, la posibilidad creada con el desarrollo de la máquina a vapor, trajo expectativas de una vida mejor en las ciudades. Ello, en poco tiempo, permitió grandes concentraciones de personas en la vida urbana, con las consecuencias que todos sabemos, derivada en gran parte del aumento incontrolado de la población, en condiciones urbanísticas no adecuadas para ello.
Uno de los efectos positivos de la nueva invención fue sin dudarlo, el aumento en progresión geométrica de la producción y con ello, la disminución de los costos, haciendo posible que las mercaderías y productos llegaran a un enorme ejército de consumidores que antes era limitado a la clase pudiente económicamente hablando. Esto a su vez, obligó a la lucha por los mercados, lo que trajo la consecuencia negativa del colonialismo de los pueblos menos avanzados, pero, dueños de las materias primas, y de ahí, al imperialismo, es decir, al dominio de los pueblos por la vía del mercado, hubo un solo, pequeño y breve, paso.
Huelga decir, que la causa de todo ello, se debió en gran parte al aumento desproporcionado de la riqueza y de la concentración de ella en manos de quienes eran dueños de los medios de producción, por una parte, y por la otra, de la falta de ética en la producción y en las relaciones entre los pocos dueños y los miles de trabajadores, cuyo trabajo, permitía que los empresarios absorbieran las enormes diferencias entre los costos de producción y el precio de transferencia de los bienes y servicios producidos.
Tal concentración implica en Chile, que menos de %10 de los chilenos posee o dispone de lo que le correspondería al 90 %. Sin embargo, eso no es todo. De ese 10%, es solo menos del 0,1% que es dueño de la riqueza, lo que nos lleva a señalar que un porcentaje mínimo es el detentador de la riqueza de todo el país.
El artículo 2 del Código del Trabajo, respondiendo a los Principios de la Carta de Filadelfia, expresa que el trabajo tiene una función esencialmente social. Ello se debe a que no solo beneficia al trabajador, sino, a su familia, y como se sabe, la familia se presume núcleo de la sociedad, al menos, en términos programáticos. Por su parte la Constitución de la República, es clara en establecer el principio del trabajo como una garantía constitucional, de igual modo, la protección al trabajo. La misma carta superior, establece que el Estado debe promover el bienestar común y tomar las providencias para lograr este objetivo, que es uno de los fines de la entidad supra individual.
Es indudable que la Inteligencia Artificial y la robótica, traerá un auge similar al que trajo el periodo de la industrialización, con la diferencia que este nuevo elemento aplicado a la producción, no aumentará los empleos. Al contrario, se trata, y su objetivo declarado es, que reemplace a miles de trabajadores en todas partes del mundo. Es decir, menos empleos, menos trabajo, menos remuneraciones, menos posibilidades de transferencias de bienes, menor velocidad de las transferencias.
Pero, la pregunta que hace ruido es ¿Si el sistema capitalista de libre comercio, requiere para su sobrevivencia, la expansión permanente del mercado, como podrá sostenerse el sistema global si los mercados, internos y globales, van a disminuir?
¿Es lo que llamaría un balazo en los pies del sistema capitalista de mercado?
Ahora bien, el mundo tiende a perder en poco tiempo una cantidad enorme de vidas, sea por las guerras permanente como en Siria, Irak, Yemen, Palestina y en tantos otros países que en total suman a lo menos una cincuentena de conflictos armados, o sea, por las enfermedades endémicas producidas por los experimentos de extermino, léase Ebola, VIH, vacunas dañadas, asesinatos masivos por hambre como en Haití y algunos países de África, sea por lo que sea, de todos modos habrá un número enorme de personas que no podrán acceder al trabajo y que se encuentran en el espacio de consecuencias no queridas por la economía, pero, que necesariamente se van a producir, desde que, la disminución global de empleos y fuentes de trabajo limitará las posibilidades de acceder a la alimentación a miles de ciudadanos del mundo. De lo que se deriva que uno de los factores esenciales del mercado, es decir, la demanda, no existirá o su nivel decaerá sustancialmente.
Las noticias son alarmantes, por su grave efecto como por el pco tiempo en que este se desencadenará. En el año 2025, aproximadamente el %50, de los trabajadores será reemplazado. En China, las fábricas experimentales, muchas ya, han reemplazado al 90% de sus trabajadores.
Tal vez, sería bueno escuchar voces y responder preguntas como las que se hace el eminente profesor del Instituto de Massachusetts (MIT) Erik Brynjolfsson denominó “la carrera contra la máquina” se enfrentan dos contrincantes. Por un lado, las tecnologías inteligentes, robots y sistemas que automatizan trabajos que antes hacían los humanos y que prometen -como los temidos coches autoconducidos- acabar con millones de empleos, e incluso con industrias enteras. A ellas se suman programas informáticos y asistentes virtuales que realizan tareas administrativas que antes realizaba alguien de carne y hueso, y algoritmos matemáticos que tuitean o que seleccionan y hasta componen noticias.Por otra parte, en esta “carrera contra la máquina” proliferan nuevos mercados; negocios digitales con costes de producción cercanos a cero y modelos económicos como la economía bajo demanda, la economía colaborativa o la llamada economía Kickstarter que, a través de microinversiones, ha provisto de miles de millones de euros para financiación a empresas y emprendedores. Junto a ellos, un creciente movimiento maker de artesanos digitales crea sus propios trabajos bajo la consigna del “hazlo tú mismo”.
Las inquietantes preguntas que este investigador se hace, no deja de causar preocupación. El resultado de la pugna es incierto. ¿Cuál será el impacto de los esfuerzos de automatización, multiplicado muchas veces en diferentes sectores de la economía? ¿Podemos esperar mejoras en la productividad, una liberación de los trabajos más aburridos y mejor calidad de vida? ¿Debemos temer el fin del empleo, transformaciones radicales en las organizaciones y tensiones en el tejido social?
En este orden de ideas, si la economía se tornara por la introducción en la mente de las nuevas generaciones, en una economía solidaria, es indudable que el reemplazo del hombre por el robot traería como regalo adicional un tiempo que puede dedicarse a la familia, al estudio y a la superación personal, al arte, las letras y la música y otras actividades placenteras. Pero, ello significaría, que los trabajadores seguirían obteniendo su remuneración, tal vez, mejorada, que el mercado mantendría o aumentaría el caudal de demanda de bienes y servicios y, ciertamente, sería un encuentro de la humanidad en las puertas del Edén. ¿Se encontrará el hombre dispuesto a compartir los frutos de la inteligencia artificial?
Como, aún no hay empoderamiento del principio de cada cual según su capacidad, a cada cual según sus necesidades, se puede augurar que la automatización, robotización o inteligencia artificial, con los efectos futuros de miles de cesantes, disminución de la producción de alimentos, falta de liquidez, personas sin remuneración, y otros males de la economía de la mano invisible, será la causa de conflictos sociales a gran escala y de enorme gravedad para la armonía y la paz mundial.
En el año 2025, es posible que en Chile haya sobre 3.000.000, de trabajadores sin empleo, a lo menos.
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